Citar así: Panza, N. (2020). Docente universitario, alfarero de vidas. Revista Tecnológica-Educativa Docentes 2.0, 8(1), 60-
65, https://ojs.docentes20.com/index.php/revista-docentes20/article/view/106
Docente universitario, alfarero de vidas...
University teacher, potter of lives ...
Dra. PhD. Nora Panza de Ferrer1
28 de enero de 2020
27 de febrero de 2020
1 Universidad Fermín Toro
Venezuela
https://orcid.org/0000-0002-7198-8672
Citar así: Panza, N. (2020). Docente
universitario, alfarero de vidas….
Revista Tecnológica-Educativa
Docentes 2.0, 8(1), 60-65,
https://ojs.docentes20.com/index.php
/revista-docentes20/article/view/106
Resumen
El presente ensayo argumenta y recoge el pensamiento y sentir existencial que
alrededor de la figura del docente universitario se explaya desde la educación,
como un agente motivador y un propulsor de los cambios sociales, donde la
praxis del docente universitario, posee la capacidad de transformar su entorno,
enriqueciendo la condición humana de sus estudiantes, porque dicha labor, es
mucho más compleja que cualquier otra actividad profesional, pues implica el
desarrollar y formar el carácter, la inteligencia y la personalidad de los
estudiantes, que serán los futuros profesionales del país. El docente universitario
trae consigo un mundo de valores, ser docente ayer, hoy y en el futuro ha sido,
es y será una enorme responsabilidad la que, a la vez, se constituye en un
privilegio singular que todos los que ejercemos la docencia conocemos. La
posibilidad de contribuir a la formación de personas es, sin duda, una tarea ardua
y, por qué no decirlo, envidiable, que hoy tiene posibilidades reales de tener
alcance global. El que escoge la profesión docente, comienza un camino que está
profundamente marcado por el fin último y primera prioridad que incluye su
práctica: que los estudiantes aprendan y se desarrollen. Esa prioridad involucra
una responsabilidad enorme, y requiere de personas que tengan grandes
capacidades.
Palabras clave: Docente, universidad, formación.
Abstract
The present essay argues and reflects the thought and existential feeling that
around the figure of the university teacher is explained from Education, as a
motivating agent and a promoter of social changes, where the praxis of the
university teacher, has the ability to transform their environment, enriching the
human condition of its students, because such work is much more complex than
any other professional activity, since it involves developing and forming the
character, intelligence and personality of the students, who will be the future
professionals of the country. The university teacher brings with it a world of
values, being a teacher yesterday, today and in the future has been, is and will be
a huge responsibility which, at the same time, constitutes a unique privilege that
we all know about teaching. The possibility of contributing to the formation of
people is undoubtedly an arduous task and, why not say it, enviable, which today
has real possibilities of having global reach. He who chooses the teaching
profession, begins a path that is deeply marked by the goal and priority that
includes his practice: that students learn and develop. That priority involves a
huge responsibility and requires people who have great capabilities.
Keywords: Teacher, university, training.
Edición Especial: ENSAYOS
Docente universitario, alfarero de vidas
Citar así: Panza, N. (2020). Docente universitario, alfarero de vidas…. Revista Tecnológica-Educativa Docentes 2.0, 8(1), 60-
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Introducción
Hablar de nosotros como Docentes
universitarios, es llevarnos a reconocer que
tenemos conciencia de que hemos asumido ser
parte de una profesión cuya misión y aporte a
la sociedad es invaluable, quienes nos
dedicamos a la enseñanza formamos y somos
parte de los protagonistas de lo que la literatura
sobre educación superior denomina la
profesión académica, la profesión de
profesiones, aquella responsable de certificar el
conjunto de profesionales que existen en la
sociedad. Dicho esto, último con mayor rigor:
tenemos la importante misión de organizar y
administrar la labor formativa y certificar las
competencias de todos los profesionales.
Cuando alcanzamos llegar al tacto de la
arcilla humana en que se convierten nuestros
estudiantes , establecemos con ellos una
estrecha relación que permite a través de
nuestras acciones posar nuestros dedos en esa
imagen sin forma y sin propósito y conducirla
a horizontes más reales, más prolijos y así esa
pieza ya con forma, ya con sentido se edifica en
la sociedad como los médicos que salvan
vidas, ingenieros que construyen la vialidad,
abogados que administran la justicia,
economistas que orientan el crecimiento,
científicos sociales que interpretan la sociedad
y gestionan las políticas sociales, en definitiva,
le damos forma a quienes dan respuestas a las
demandas que emanan de la dinámica y los
cambios de la sociedad. Actuamos cimentados
en una conciencia sobre la pertinencia social de
la profesión académica, diariamente nos
reinventamos y luchamos por mantenernos
haciendo nuestra labor formativa con mística y
calidad.
El presente ensayo se aproxima al
modelaje de la excelsa figura del docente
universitario desde su accionar como
edificador de formas aptas para el desarrollo de
la sociedad en general, de allí su labor
focalizada metafóricamente desde la acción
alfarera donde nuestras manos van delineando
rasgos definitorios del ser como profesional del
futuro.
Desarrollo
En una sociedad cada vez más
industrializada, la educación tiene una
imperiosa necesidad de encontrar sus raíces
espirituales, el sentido de su destino y la
dirección verdaderamente humana. Por eso
resulta imprescindible un cambio de paradigma
donde exista un docente que busque el apoyo y
la camaradería de quienes piensan de igual
forma, en la esperanza de que cuando un grupo
o una colectividad se juntan en una búsqueda y
un objetivo común, la eficacia es mayor.
Especialmente cuando cada persona encuentra
su puesto a partir de sus propios recursos. Esto
quiere decir que el verdadero docente, incentiva
el poder de la vocación en sus estudiantes,
provocándoles una sensación grupal de destino,
en el cual sus acciones, según sus capacidades,
siempre son significativas e importantes en la
consecución de un mismo propósito.
El papel central que ocupa el
conocimiento en nuestra labor como docentes
universitarios, nos convierte en practicantes de
la verdad, la que no admite la subordinación de
la ciencia y el pensamiento humanístico a
dogma alguno, prejuicio o la subordinación al
capital o al poder político. Esto, es la naturaleza
de nuestro quehacer, interpretarlo en forma
distinta es desconocer en forma intencionada o
sin querer, por conciencia o ignorancia, el ser de
la profesión académica.
El altísimo concepto de la labor educativa
que llevamos a cabo como docentes
universitarios y la hondura y la autenticidad de
nuestro compromiso social nos conduce a un
trabajo didáctico al servicio del ser humano -
entendido éste no como una abstracción sino
como el prójimo inmediato, de carne y hueso, el
que comparte con nosotros un mismo destino y
lucha por el futuro con una misma esperanza;
una labor que reviste la máxima relevancia para
forjar ciudadanos libres y responsables. Porque
la única pedagogía verdaderamente eficaz es la
del amor y el ejemplo.
La etimología de la palabra educar la
emparentan con términos como reducir, seducir,
inducir y conducir, alusivos todos al
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sometimiento y la obediencia. Pero en nuestra
época, educar ha llegado a tener un significado
diametralmente opuesto. Hoy día, la educación
es, en esencia, un esfuerzo por adquirir la más
relevante de las propiedades: el dominio de
mismo. Porque sólo este dominio hace posible
el del mundo exterior. "La educación es la base
de la libertad", proclamó Simón Bolívar. De
esta manera podemos facilitar a cada persona el
proceso por el que se alcanza esta soberanía
personal: la capacidad de decidir por misma
entre distintas opciones que conoce. Soberanía
personal es así como se llama a esta soberanía,
la única soberanía relevante, al fin y al cabo.
Durante los dos últimos siglos, cada
generación de Docentes universitarios ha
acometido la tarea de forjar el porvenir
mediante la formación de los jóvenes, en los
valores y las creencias que ha considerado
indispensables para dar sentido de libertad y de
justicia a la vida colectiva. Este esfuerzo
irrenunciable de humanizar la historia define al
mundo moderno, a pesar de que -como señala,
Raidmon Aron… “los hombres hacen la
historia, pero no saben la historia que hacen”.
Es sin duda indispensable conservar la
memoria del pasado, patente en la obra de
quienes han soñado con Educar, pero en mi
opinión es aún más importante preservar la
“Memoria del hombre del futuro”, el proyecto
de vida en común que podemos ofrecerles a las
generaciones venideras, mediante la educación
modelada en los valores que inspiran nuestra
conducta.
Todos nosotros, Docentes Universitarios
tenemos un papel que desempeñar, y si
asumimos convencidos este compromiso, si
sentimos esta compasión, podremos hacer
frente con éxito a los retos de la
contemporaneidad. Sólo el dinamismo, la
rebeldía no violenta y la disposición a afrontar
los riesgos nos permitirán alcanzar ese
horizonte. Sólo la creatividad y el denuedo para
emprender en todos los órdenes de la
existencia, la imaginación y la generosidad, nos
impulsarán a vencer la marginación y el
despilfarro humano y material.
El país es tarea de todos, contribuyamos
como Docentes, a que nuestros alumnos
piensen en una nación distinta, de espacio
vivo, donde las relaciones, el civismo y la
convivencia, nos fortalezca como ciudadanos,
con capacidad para reflexionar y actuar en los
asuntos públicos, aptos para llenar el ahora, no
de consignas, sino; de argumentos y buenas
opiniones, en un mundo globalizado como el
de hoy, donde cada vez se hace más patente la
verdad contenida en una famosa frase del poeta
inglés John Donen, quien en el siglo XVII
expresó: “Ningún hombre es una isla, algo
completo en mismo; todo hombre es un
fragmento del continente, una parte de un
conjunto.”
Quienes tenemos la responsabilidad de
estar preparando el ciudadano de los próximos
siglos, sobre todo, cambiando y haciendo
cambiar al hombre del mañana, debemos
proporcionarles los instrumentos necesarios
para librarse de diseños ajenos, de reflexiones
prestadas. Formarlos para ir más allá del
aprendizaje de un oficio o de una profesión,
dándole un sentido más amplio a la enseñanza,
haciendo que nuestros alumnos adquieran
competencias que les permitan hacer frente a
nuevas situaciones y que faciliten la mejora
cada día de nuestro proceder de ciudadanos en
democracia. Robalino (2005) indica al respecto
que: Sin docentes, los cambios educativos no
son posibles. (p. 20).
El siglo XXI exige de toda una mayor
capacidad de autonomía y de juicio, que va a la
par con el fortalecimiento de la responsabilidad
personal en la realización del destino colectivo,
aprendiendo y enseñando a convivir" Gracias a
la comprensión de los riesgos y los desafíos del
futuro, que nos abran paso a una mentalidad
renovadora, que impulse a la realización de
proyectos comunes, aprender a emprender.
Una exigencia que viene a forjar generaciones
de jóvenes emprendedores, capaces de aplicar
los conocimientos adquiridos, capaces de tener
iniciativas propias; ciudadanos autónomos que
no esperen siempre que alguien les tienda la
mano y les indique a dónde deben dirigirse.
Que acepten los retos y proceden con osadía,
siempre y cuando su actuación se fundamente
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en el saber y la experiencia. Porque, a fin de
cuentas, "el riesgo sin conocimiento es
peligroso, pero el conocimiento sin riesgo es
inútil".
La dinámica social de un Docente
Universitario debe estar orientada por la
incorporación de grandes masas humanas a la
vida pública basados en una estrategia de
anticipación y prevención que nuestra
responsabilidad nos exige -como maestros,
guías y modeladores de vida , pero también
como simples ciudadanos- Sólo así podremos
construir un mundo más libre y más humano,
donde el bienestar y la alegría de vivir sean para
el disfrute de la mayoría y no el privilegio de
unos pocos; donde la ciencia y la tecnología, la
cultura y la economía, estén al servicio de lo
único realmente importante: la libertad y la
dignidad de cada hombre y cada mujer.
Se es profesor por variadas
circunstancias, pero solo se es Docente por una
razón: se cree en el futuro luchando por el
presente a través de la formación de personas,
en cualquier nivel en que nos desempeñemos.
Ser Docente Universitario, Va más allá de un
trabajo, de un título o de un cargo, e inclusive
va más allá de un apostolado. Es la elección de
una forma de vida que se asume desde la labor
diaria, las exigencias, la lucha, el agotamiento,
la esperanza y la alegría de hacer lo que
elegimos ser.
No se es docente por trabajar en el ámbito
educativo, lo somos porque creemos en el
hombre y en la sociedad y fundamentalmente en
la educación como la única herramienta para
lograr transformar el mundo, cincelar
corazones, abrir horizontes y estimular con el
ejemplo y la palabra. Recordemos, somos
maestros del humanismo y no olvidemos nunca
que si bien explicamos lo que sabemos o
creemos saber, solo enseñamos lo que somos.
La nueva realidad social, donde la
globalización y la complejidad son cada vez
más evidentes, requiere que las actuales
generaciones se formen en universidades
acordes con las nuevas tendencias del siglo
XXI. Para Morín, la educación debe favorecer
la aptitud del pensamiento, para plantear y
resolver los problemas y estimular el empleo
de la inteligencia, para contribuir a la
autoformación de la persona (aprender y
asumir la condición humana, aprender a vivir).
Convirtiéndose entonces en un proceso de
toma de decisiones inteligentes, en una
práctica orientada por intenciones complejas,
concentrada en el significado que las personas
le otorguen al proceso de sus acciones.
En este punto es necesario recordar lo
establecido en la UNESCO (2009), donde se
reseña que “las instituciones de educación
superior, y en particular las universidades,
tienen la responsabilidad de llevar a cabo la
revolución del pensamiento, pues ésta es
fundamental para acompañar el resto de las
transformaciones” (p.5). Esta reforma,
revolución y transformación de la educación,
son una serie de tareas sociales y colectivas.
Expone Morín (1999), “de ahí surge la
doble función paradójica de la universidad:
adaptarse a la modernidad científica e
integrarla, responder a las necesidades
fundamentales de formación, proporcionar
docentes para las nuevas profesiones, pero
también, y, sobre todo, proporcionar una
enseñanza meta-profesional, meta-técnica, es
decir, una cultura” (p. 86). El pensamiento del
autor (Ob. Cit.), le hace decir, no se puede
reformar la institución sin haber reformado
previamente las mentes, pero no se pueden
reformar las mentes si no reformaron
previamente las instituciones. Es decir que es
una necesidad de los actuales momentos,
reformar el pensamiento universitario y la
enseñanza, que permitan hacer no sólo separar
para conocer, sino también vincular lo que
está separado, en un todo; el ser humano, la
naturaleza, el cosmos, la realidad.
De lo general a lo singular el docente
universitario como ser social, en su espacio de
subjetividad ha de apoderarse del discurso y
formar las ideas de los grupos para articular
con la sociedad, con el único deseo de buscar
la realidad y abrir nuevos espacios, obtenidos
estos, a través de la experiencia que tiene cada
uno como docente posee, con horizontes
compartidos, que reconozcan las opciones
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de convertir, utopías en proyectos viables que
engranan una oportunidad futura, y así
socializar los contenidos, construidos en la
sociedad, en beneficio del proceso pedagógico
y de la sociedad en general, de modo que al
decretar una conceptualización para reunir el
modo de pensamiento del docente como un
modelo pedagógico se toma una porción que es
el sujeto.
Se requiere un Ser docente que busque
un modelo nuevo de sociedad que envuelva el
ámbito para la formación del profesional para
hoy y para mañana, que puede dar repuesta al
estado de la preparación del sujeto que es el
agente de cambio, será el que garantizara la
consolidación de transformación que amerita la
sociedad ahora. No es posible ser modelo de
actuación para sus alumnos si el docente no ha
logrado un desarrollo profesional que se exprese
en su motivación por la profesión, su dedicación
y entrega al trabajo, su condición de experto en
el área de conocimientos que trabaja y su
formación psicopedagógica que le posibilite
establecer un proceso de comunicación con sus
estudiantes sustentado en el diálogo. Pero
además ser modelo de actuación implica
necesariamente el desarrollo del docente como
persona moral. En ese sentido, Rielo, (2001):
El sujeto educador debe encarnar, la
actitud de generosa entrega que se
resuelve en un conjunto de virtudes
morales que, con síntesis en el
amor, condicionan no sólo la
transmisión de virtudes
intelectuales, sino la propia
formación integral del sujeto
educando en interacción también
con la formación del sujeto
educador”, (p. 44).
Para ser modelo hay que ser coherente,
tiene que mostrar correspondencia entre lo que
dice y hace, tiene que expresar vocación y
compromiso con la educación, sólo así puede
ser un ejemplo para sus alumnos. Como decía
Martínez, (1999), ‘’la asunción de estas
funciones es sólo posible desde una concepción
del docente como persona que se construye en
el ejercicio de la docencia en un proceso
permanente y continuo de desarrollo que le
conduce a la autonomía moral y profesional’’
(p.122).
Al respecto Freire, (1999) expresa: “En
el fondo la relación entre docente y estudiante,
entre autoridad y libertades, entre padres,
madres, hijos e hijas, es la reinvención del ser
humano en el aprendizaje de su autonomía
“Me muevo como educador porque primero,
me muevo como persona.” (p. 68).
Promover, desde el ámbito Educativo,
una socialización competente y prosocial de
sus gentes, en tanto que el alumno en su
proceso de desarrollo resulte estimulado a
mantener patrones conductuales de tipo
asertivo y logre aprender nuevos modos de
expresión de respuesta y relación con el
entorno social. Esto es, ante todo, una
situación, producto de una serie de cambios
sociales, que deberá ser promovida desde las
aulas, fomentando valores como respeto,
tolerancia, igualdad, sobre los que construir
una convivencia y cultura de Paz desde la
educación transmitida, no sólo desde la
institución educativa, sino desde la sociedad,
unidos en un solo ente como un proyecto
común educativo e integrador de y para la
comunidad. Una cultura de la paz, que ayude
a las personas a desvelar críticamente la
realidad, compleja y conflictiva, para poder
situarse ante ella y actuar en consecuencia.
Conclusión
Un verdadero docente es el que perturba
la seguridad en el alumno, desafía, incita a la
exploración y anima el esfuerzo. El docente,
percibe cuándo el alumno está dispuesto a
cambiar y ayuda a su discípulo a responder a
necesidades más complejas, trascendiendo los
antiguos moldes una y otra vez. El docente es
desafiante en su liderazgo cuando su
formación la configura como un subsistema
con tal relevancia e incidencia que relaciona su
visión, interpretación, capacitación y
compromiso por la relación de liderazgo que
ejerce.
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Lo significativo de ser docente
universitario hoy, es sin duda la formar a los
hombres para la sociedad. Por esta razón tienen
la imperiosa tarea de mantener estimuladas sus
capacidades para que entiendan y ejecuten su
accionar formativo, según los fines propuestos
en las leyes, es decir, el desarrollo del potencial
creativo y el pleno ejercicio de la personalidad
del individuo.
El docente, que se requiere, debe poseer
la capacidad de pensar y hacer pensar, la
capacidad de valorar y enseñar a valorar, pensar
racionalmente, sobre la base de una escala de
valores, analizar, reflexionar, evaluarse a
mismo y a la sociedad, actuar para
transformarse y trasformar la realidad. Al
decidir ser docente universitario se debe poseer
ciertos elementos personales que le permitan
ejercer la labor que escogió, los cuales están
determinadas por una serie de factores exógenos
y endógenos que determinan en buena medida
el ejercicio de la profesión docente.
Asimismo, como toda persona, posee
limitaciones y necesidades, sin embargo, son
ellas mismas las que deben impulsarlos a la
búsqueda de la realización personal y
profesional. El profesional de la docencia
universitaria de hoy es un ser llamado para estar
en superación constante, que trabaja para
realizar sus proyectos de vida con los demás,
con capacidad de pensar, de saber a dónde va,
de reflexionar.es un ser con capacidad de
expresar lo que piensa y lo que hace; por ello su
pensamiento es indispensablemente libre. Un
docente que desafía las influencias del medio y
ofrece su verdad, que se trasforma y se
comunica con su entorno y más allá de todo ello
que entienda su misión trascendente de educar
promoviendo los valores que dan sentido a la
existencia personal.
Debe apreciar a sus estudiantes tanto
como a su profesión, para desarrollar en ellos
capacidad de autoevaluación, la crítica
constructiva y evaluar el mundo que les rodea
de acuerdo con los valores, de esta forma lo
capacita para que pueda dar respuestas a
muchas interrogantes de su existencia. Se
requiere, como consecuencia, de un docente
universitario formado y capacitado de manera
integral dispuesto a conocer, valorar, evaluar y
trasformar la realidad, sus condiciones
personales, el contexto en el cual se desarrolla,
así como, la realidad histórica y social que le
corresponde vivir.
Expresa Savater (1997), que de acuerdo
con la condición humana todas las personas
pueden en algún momento de su vida “ser
docente en algo para alguien” (p.91) Pero el
hecho de recibir una formación académica
institucionalizada no es garantía del éxito en la
responsabilidad de formación que tiene el ser
docentes hoy, debido a que la educación del
estudiante no consiste en la mera trasmisión de
saberes científicos, sino en la orientación hacia
la formación del alma.
Estimo conveniente destacar mi
concepción muy personal de lo que hace
identificar y conceptualizar el ser docente
universitario, es la acción reflexiva, creativa y
transformadora de un ser para otro ser, de allí que
su efectividad y acierto, conduce en esencia
hacia la definición más objetiva, cual es, que ser
docente es ser Luz, camino, transformación,
orfebre de sueños, escultor de ideas, ebanista de
posturas, pero por sobre todo alfarero de figuras.
En definitiva, Ser Docente
Bibliografía
Freire, P (1999). La pedagogía de la autonomía. Editorial. Siglo XXI
Martínez, M. (1999). La nueva ciencia. su desafío, gica y método.
Editorial Trillas.
Morín, E. (1999). La cabeza bien puesta: repensar la reforma, reformar
el pensamiento. Ediciones Nueva Visión.
Morín (1999). Los siete saberes necesarios para la educación del futuro.
Editorial Santillana. UNESCO.
UNESCO (2009). Informe mundial sobre la educación: Los docentes y
la enseñanza en un mundo en mutación. Editorial Santillana.
Robalino, M. (2005). Estudio Exploratorio Internacional sobre
Condiciones de Trabajo y Salud Docente. OREALC- UNESCO.
Rielo. P (2001). Tratamiento sicoético en la educación. Editorial
Fundación Madrid.
Savater. F. (1997). El valor de educar. Editorial Ariel.