Mujica-Sequera, R. (2020). La Enseñanza Tecnoemocional en la Educación del Siglo XXI. Revista Tecnológica-Educativa Docentes 2.0, 9(2), 71-78.
https://doi.org/10.37843/rted.v9i2.147
La Enseñanza Tecnoemocional en la Educación del
Siglo XXI.
desafío que existe actualmente en las aulas de clases
es identificar cómo se sienten los educandos y
docentes respecto a la práctica pedagógica apoyada en
tecnología, para poder así reestructurar los currículos
con base en su formación emocional y racional. Para
lograr este objetivo se debe conocer cuáles son las
emociones que acarrea utilizar la tecnología, para que
de esa manera se facilite el control de las emociones.
Por lo antes expuesto, la presente investigación
se basó en revelar el efecto de la tecnología en las
emociones de los estudiantes, bajo un programa
realizado desde el año 2013. La tecnología es el
“conjunto de teorías y de técnicas que permiten el
aprovechamiento práctico del
conocimiento científico (Real Academia Española,
2007), por lo tanto, ha determinado la historia actual
de la llamada sociedad del conocimiento y estructuran
gran parte del tejido social; son muchos los expertos
que han estudiado su impacto óptico, cognitivo
y emocional sobre estas. La sociedad se mira a sí
misma con un espejo tecnológico, que representa y
entiende la realidad en la que se desarrolla a través de
pantallas que traen hasta el espectador su propia
imagen, conformando la experiencia visual de la
sociedad actual.
Para poder reflexionar sobre la influencia
emocional de la tecnología es necesario conocer qué
es una emoción. Una emoción es define como “una
experiencia corporal viva, veraz, situada y transitoria
que impregna el flujo de conciencia de una persona”
(Denzin, 2009, p. 66). Es decir, la transformación
social producto del auge de las tecnologías, generan
la necesidad de desarrollar competencias que
permitan al individuo adaptarse con éxito a los
cambios vertiginoso y a la sociedad, ya que los
humanos se interesan por aquello que los motiva.
No obstante, son muchos los motivos, aunque
algunos teóricos de la psicología apuntan como
principal causa emocional de las aulas, la existencia
de un modelo de organización escolar rígido, poco
flexible, descontextualizado de la realidad social-
económica actual y por el desface profesional de los
docentes. Por lo tanto, la tecnología exige que los
docentes desempeñen nuevas funciones” (Makrakis,
2005, p. 7) y entre ellas una formación sistemática que
profundice el cómo aprender emocionalmente.
Desde luego, es tal la rapidez de instauración de
la tecnología que se ha denominado a las personas
nacidas a partir de los años 80, cómo la generación
Net, que corresponde a los individuos nativos de las
pantallas. En 2001, ocurrió la división planteada por
el autor Prensky “los nativos digitales o aquellos que
han nacido en un mundo ya digital, y los inmigrantes
digitales personas que no han nacido en ese mundo”
(p. 2), pero ellos deben adaptarse de una forma para
aprenderlo sobre la tecnología.
Ahora bien, ante el bombardeo constante de la
tecnología se corre el riesgo de caer en una actitud de
indiferencia, llegando a una percepción fragmentada
de la realidad e infravalorando la experiencia estética
como experiencia del conocimiento. En este sentido,
se puede afirmar que no todas las personas aceptan la
tecnología, ni siquiera se plantean convertirse en
inmigrantes digitales; incluso, dependiendo de las
reacciones de los sujetos ante las Tecnologías del
Aprendizaje y del Conocimiento (TAC), donde se
hace una clasificación de cuatro categorías: Los
entusiastas, los partidarios, los modernos
primitivistas, y los laditas, que son los críticos de la
tecnología que quieren acabar con la dependencia que
actualmente tiene de ellas la humanidad.
En la actualidad, las TAC son un tema
preocupante en diversas en áreas, incluso en el ámbito
educativo, puesto que el impacto tecnológico no solo
afecta a nivel personal y/o social, sino que puede ser
un importante componente en el rendimiento laboral
y emocional. Se debe tener presente que las
emociones se utilizan para adecuar a la biósfera, son
la expresión biológica que se refleja en el cuerpo y en
la vida, tal como lo sustenta Zeballos (2020) “es
fundamental el desarrollo profesional basado en el
diagnóstico de las necesidades de formación” (p. 12).
En el año 1984, el autor Brod denomino
tecnoestrés a la enfermedad causada por la falta de
habilidad para adaptarse a las nuevas tecnologías de
manera saludable, es decir, un trastorno de tipo
adaptativo y motivado especialmente por una falta de
autoeficacia para manejarse con las nuevas
tecnologías, es decir, por una incompetencia ante las
mismas. Por ello, si se parte del sentido biológico de
la ansiedad: la supervivencia, la fatiga que parte del
sentido biológico: cansancio emocional o
agotamiento. Y el sentido biológico de la adicción
parte de la necesidad consiente e inconsciente de la
compañía para afrontar un reto. Ahora bien, es
importante señalar cuales son los efectos emocionales
de la tecnología durante la enseñanza, entre ellos
tenemos de acuerdo con Instituto Nacional de
Seguridad y Salud en el Trabajo (INSST) (2019):