Pereira-Medina. (2021). Entornos Personales de Aprendizaje en la Educación Superior: Una alternativa para construir espacios
de innovación. Revista Tecnológica-Educativa Docentes 2.0, 10(1),12-24, https://doi.org/10.37843/rted.v10i1.174
Entornos Personales de Aprendizaje en la
Educación Superior: Una alternativa para
Construir Espacios de Innovación
propósito de ofrecer respuestas a las exigencias
impuestas en una economía industrial, un patrón
fundamentado en estructuras jerárquicas donde
el ser humano es considerando un factor de
producción, instrumento para el logro de
objetivos previamente definidos, dando lugar al
surgimiento de un modelo educativo
tecnocrático instrumental, sustentado en una
visión mecanicista, racionalista, determinista,
fragmentada del mundo, pues el pensamiento
cartesiano representa su forma de conocer
(Carmona, 2007), determinando el modo de
integración e interacción del ser humano
consigo mismo y su entorno.
Cabe destacar, que esta visión del mundo
sumado a su sistema de valores emergió entre
los siglos XVI-XVII, cuando los fundamentos
medievales transitaron una modificación
estructural, abriendo paso a la modernidad, sus
elementos característicos se convierten en el
cimiento del paradigma newtoniano-cartesiano
predominante en occidente. Ahora bien, el
paradigma clásico pasó a dominar el factor
ciencia durante varios siglos, distinguiéndose
por: (a) una visión mecanicista del universo; (b)
visión del cuerpo humano semejante a una
máquina; (c) visión social producto de una
lucha en función de existir; (d) concepción del
progreso material atada a lo inacabado, sin un
fin, el cual es el resultado del desarrollo
económico como tecnológico (Capra, 1982).
Dentro de este orden de ideas, el nuevo
paradigma hegemónico dominante determina la
forma de pensar, actuar, conocer, impactando
de esta manera el conjunto de supuestos
orientadores de los conceptos y teorías, al
definir: lo qué se conoce, cómo se conoce, quién
lo conoce. De este modo, emerge una ciencia
clásica del método cartesiano, cuyo análisis
permeó todas sus áreas, teniendo un importante
efecto en el desarrollo de diferentes ciencias
humanas (psicología, educación). Desde esta
perspectiva, el mundo se asume equivalente a
un sistema mecánico, el cual puede ser
caracterizado objetivamente sin considerar al
observador, en consecuencia, esta “descripción
objetiva” se convierte en el ideal perseguido por
todas las ciencias.
Es oportuno destacar, el período
modernidad, abre camino al surgimiento de
instituciones educativas arropadas por el
concepto de empresa, transformando el
elemento educación en una mercancía y el
profesor en un operario, se entiende al ser
humano un objeto de esta. De allí, nace una idea
de aprendizaje asociada a un individuo pasivo,
quien recibe conocimiento, por cuanto, este
último, es reconocido externo al sujeto aprendiz
(Gómez, 2010).
En tal sentido, la acción pedagógica
emula un momento científico, pues el alumno,
constituye un objeto de investigación, por lo
tanto, es necesario observarlo, manipularlo con
el objetivo de obtener resultados. Un enfoque
educativo encaminado a ofrecer respuestas a
una realidad histórico-social determinada, sin
embargo, desdibuja toda condición humana,
distintiva de otras especies, su capacidad de
pensar.
Resulta evidente, esta visión ha entrado
en crisis, sacudiendo los cimientos de la ciencia
y el pensamiento, pues sus respuestas resultan
insuficientes, parecen marchar por caminos
opuestos a una realidad social, haciendo
imprescindible un nuevo modo de entender el
mundo, dirigido a colocar en el centro del
proceso reflexivo al hombre. En la modernidad
se asume una realidad estática, por otra parte,
durante el período postmoderno se considera
está realidad influida del factor incertidumbre,
de esta manera, es imposible entenderla a través
de un lente único (Lyotard, 2000, citado por
Piñeres, 2009).
En efecto, pareciera innegable que
superar dicha crisis, considerada también una
etapa de crisis en la ciencia, requiere integrar
nuevas dimensiones como el azar o la
contingencia. Desde esta perspectiva, Bauman
(2002), a través de su metáfora “modernidad
líquida”, manifiesta la sociedad actual está
caracterizada por el cambio constante; lo cual
hace necesario navegar en océanos de
incertidumbre siempre presente.
Visto de esta forma, el autor
anteriormente citado afirma, en un entorno
volátil, complejo, ambiguo, los fundamentos