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Incoherencias entre el Saber y la Práctica Ambiental: Una Reflexión desde la
Epistemología Ambiental
Inconsistencies between Knowledge and Environmental Practice: A Reflection from
Environmental Epistemology
El cuidado del medio ambiente es de suma importancia para la humanidad y desde la
educación ambiental se han implementado procesos de aprendizaje hacia la búsqueda del
desarrollo sostenible. El presente ensayo se enmarco bajo el método inductivo, en el
paradigma humanista, con enfoque cualitativo, de tipo interpretativo y con un diseño
narrativo de tópico. Presenta una reflexión crítica sobre la incoherencia existente entre los
saberes ambientales adquiridos a través de los procesos de educación ambiental y la praxis
cotidiana de los poseedores del saber, pues pareciera que dichos discursos no han
trascendido más allá de simples teorías ya que en la cotidianidad se evidencian malos
hábitos ambientales, individuales y sociales, que generan duda sobre la aplicación práctica
de los conocimientos adquiridos. A partir de los postulados de la epistemología ambiental
propuesta por Leff, analizando diversas investigaciones sobre educación ambiental y
desarrollo sostenible y sus prácticas reales en diferentes contextos, se arriba a conclusiones
sobre la necesidad de comprender la naturaleza más allá que un simple lugar físico, desde
estrategias epistémicas que toman la educación ambiental y el desarrollo sostenible como
herramientas básicas para lograr la praxis y como evidencia del saber aprehendido por los
estudiantes, la cual debe reflejarse en sus comportamientos o hábitos de su cotidianidad.
Palabras clave: Educación ambiental, desarrollo sostenible, epistemología ambiental.
¹Universidad Metropolitana de
Educación Ciencia y Tecnología,
Panamá UMECIT
¹https://orcid.org/0000-0002-0621-0725
¹Colombia
Gomez-Reyes, L. (2023). Incoherencias
entre el Saber y la Práctica Ambiental: Una
Reflexión desde la Epistemología
Ambiental. Revista Tecnológica-Educativa
Docentes 2.0, 16(1), 29-36.
https://doi.org/10.37843/rted.v16i1.366
L. Gomez-Reyes, "Incoherencias entre el
Saber y la Práctica Ambiental: Una
Reflexión desde la Epistemología
Ambiental", RTED, vol. 16, n.° 1, pp. 29-
36, may. 2023.
https://doi.org/10.37843/rted.v16i1.366
Lyda Paola Gomez-Reyes¹
Caring for the environment is of the utmost importance for humanity, and through
environmental education, learning processes have been implemented in the search for
sustainable development. This essay is framed under the inductive method in the humanist
paradigm, with a qualitative approach of an interpretative type and with a topical narrative
design. It critically reflects on the inconsistency between the environmental knowledge
acquired through environmental education processes and the daily praxis of the holders of
knowledge. Environmental discourses have not transcended beyond simple theories since,
in daily life, bad social and individual environmental habits are evident, generating doubts
about the practical application of the knowledge acquired. Based on the postulates of
environmental epistemology proposed by Leff and analyzing various investigations on
environmental education, sustainable development, and its real practices in different
contexts, conclusions are reached about the need to understand nature beyond a simple
physical place. There are epistemic strategies that take environmental education and
sustainable development as basic tools to achieve praxis and thus demonstrate the
knowledge apprehended by students, which must be reflected in their behaviors or habits in
their daily life.
Keywords: Environmental education, sustainable development, environmental
epistemology.
25/enero/2023
25/mayo/2023
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Incoherencias entre el Saber y la Práctica Ambiental:
Una Reflexión desde la Epistemología Ambiental.
Gomez-Reyes, L. (2023). Incoherencias entre el Saber y la Práctica Ambiental: Una Reflexión desde la Epistemología Ambiental. Revista Tecnológica-Educativa Docentes
2.0, 16(1), 29-36. https://doi.org/10.37843/rted.v16i1.366
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Introducción
El cuidado del medio ambiente es de suma
importancia para la humanidad y desde la educación
ambiental se han implementado procesos de
aprendizaje hacia la búsqueda del desarrollo
sostenible. Este ensayo tiene como objetivo
reflexionar sobre las contradicciones existentes
entre los saberes ambientales provenientes de
discursos sociales y políticos y las prácticas
ambientales cotidianas de las personas que poseen
los saberes, dicha reflexión se abordará desde los
postulados epistemológicos propuestos por Leff
desde 1980, el principio ecocéntrico, la relación
sujeto/objeto, la complejidad ambiental, la
racionalidad, la interdisciplinariedad, la
transdisciplinariedad y la interpretación ambiental,
para comprender el medio ambiente desde la
epistemología ambiental.
Desde los años setenta la educación ambiental
ha sido tomada en cuenta desde diversas
organizaciones internacionales hacia la búsqueda
del desarrollo sostenible, es así como se han
implementado políticas gubernamentales enfocadas
en el aprendizaje y cuidado del medio ambiente, sin
embargo pareciera que dichos discursos no han
trascendido más allá de simples teorías pues desde
la cotidianidad se reflejan malos hábitos
ambientales individuales y colectivos que generan
duda sobre la aplicación práctica de los
conocimientos adquiridos. Pero aún es posible
contribuir con la atenuación de la crisis ambiental
desde la educación por tanto resulta esencial
abordarla desde la epistemología con una visión
crítica que promueva el verdadero desarrollo
sostenible desde la individualidad del ser.
La reflexión crítica que fundamenta este
ensayo aborda diversas investigaciones realizadas
sobre la educación ambiental y el desarrollo
sostenible, como, la recopilación de artículos de
fuentes científicas de revistas indexadas, diversos
autores han propuesto la educación ambiental y el
desarrollo sostenible partiendo de reflexiones sobre
los comportamientos y hábitos de los seres humanos
que reflejan el aprendizaje real implementado en la
cotidianidad. Se arriba a conclusiones sobre la
educación ambiental y el desarrollo sostenible como
conceptos esenciales en la caracterización de la
epistemología ambiental, reconociendo la
importancia de la praxis como evidencia del saber
aprehendido por los estudiantes y reflejado en sus
comportamientos cotidianos, para lograr una mirada
al medio ambiente desde estrategias epistémicas y la
interpretación ambiental, que toma la naturaleza
más allá que un simple lugar físico, a partir de la
reflexión crítica de los procesos de conocimiento,
comprendiendo las prácticas ambientales según los
contextos.
El presente ensayo se enmarco bajo el método
inductivo, el cual utiliza el razonamiento para llegar
a las conclusiones generales desde hechos
particulares (Hernández-Sampieri et al., 2014), en el
paradigma humanista, con enfoque cualitativo, de
tipo interpretativo, y con un diseño narrativo de
tópico, pues analiza historias y vivencias sobre
sucesos que para este caso es la educación
ambiental, cimentado en narrativas escritas y
verbales (Hernández-Sampieri et al., 2014).
Desarrollo
El medio ambiente es esencial y
contemporáneo ya que afecta a la humanidad y
como parte fundamental de él vale la pena examinar
alternativas que puedan lograr atenuar los daños que
generamos por causa de los comportamientos
ambientales negativos que afectan el cuidado
planetario y nuestra supervivencia, por tanto la
epistemología ambiental abre una puerta esencial
hacia la comprensión de la necesidad de la
unificación de los saberes con las prácticas
ambientales, hacia la obtención de un verdadero
desarrollo sostenible.
Epistemología Ambiental
Inicialmente Leff (2006), se refiere a la
epistemología ambiental como un trayecto para
llegar a saber qué es el ambiente, entendiendo por
ambiente como la complejidad del mundo, sale del
simple concepto de ecología ya que hace referencia
sobre las formas de apropiar la naturaleza mediante
relaciones dominantes logradas por las formas de
conocimiento para lograr el saber ambiental. Dicho
trayecto extrapola los límites racionales de la
ciencia normal para lograr configurar un saber
fundamentado en la racionalidad ambiental que
permite a su vez cuestionar la racionalidad de la
modernidad.
Se abre entonces la resignificación del
ambiente pues está más allá de verdades científicas
o teorías que vislumbran pensamientos ecológicos
para llegar a proponer un diálogo de saberes
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Una Reflexión desde la Epistemología Ambiental.
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articulados enfocados a la sustentabilidad de la
misma existencia, teniendo en cuenta que el planeta
es precisamente nuestra despensa y que de nosotros
depende la sustentabilidad de la vida, como lo
afirma Leff (2006) “la epistemología ambiental es
una política para acariciar la vida, movida por un
deseo de vida, por la pulsión epistemofílica que nace
del erotismo del saber” (p.6)
Ahora bien, los enfoques dados a la educación
ambiental desde los años setenta han construido
formaciones teóricas y discursivas que han sido
propuestas e implementadas desde diversos
ámbitos, como escuelas, organismos e instituciones
buscando ecologizar el conocimiento, impulsando
incluso políticas internacionales en aras del cuidado
planetario, desde la racionalidad social y
económica, sin embargo esta perspectiva parece
estancada en la idea cognitiva y en algunas
ocasiones ha logrado trascender las estructuras de
pensamiento para llegar a la praxis, pero parece
insuficiente a la hora de revisar la cotidianidad de
los contextos que tenemos pues se evidencian
graves problemas ambientales causados por causas
antrópicas de aquellos que poseen el saber
ambiental.
En la Conferencia de Educación Ambiental de
Tbilisi, Georgia en 1977 se originan las primeras
reflexiones para la resolución de problemas
ambientales reclamando la educación ambiental
como instrumento esencial para lograr un
pensamiento ecológico que permitiera reflexionar
las problemáticas. Posteriormente en 1979 se
publican estudios sobre nuevos estilos de desarrollo
desde la perspectiva ambiental, uno de ellos
patrocinado por el Fondo de Cultura Económica
titulado “Estilos de Desarrollo y Medio Ambiente
en la América Latina”.
En los años 80 valiosas obras respaldas por la
CEPAL, CIFCA y PNUMA son publicadas, todas
bajo la visión de sustentabilidad ecológica,
abordando la necesidad de reconocer y discutir el
ambiente desde la fauna, los recursos naturales, el
derecho ambiental, las alternativas ecológicas, entre
otros. Incluso en 1987, se publicó el Informe
Brundtland denominado “Nuestro Futuro Común”,
proponiendo las bases de la geopolítica del
desarrollo sostenible que sirvió a los Principios de
Río y a la Agenda 21.
Al mismo tiempo, desde los gobiernos se han
implementado políticas tendientes a la
implementación de la educación ambiental en
diversos contextos, aunque el punto de partida son
las aulas, desde allí se han venido cuestionando las
problemáticas y responsabilidad ambiental
emergidas del crecimiento económico, incluso en
ocasiones entendiendo el ambiente como
externalidad, entrando en análisis dialógicos sobre
la importancia del crecimiento económico sobre la
sustentabilidad ambiental. Entonces nuevamente se
reconoce la reflexión epistemológica desde la
racionalidad para comprender perspectivas desde
diversos actores que inciden de una u otra manera
en el medio ambiente.
Por tanto, los discursos sociales y políticos
ambientales se han implementado durante décadas
en aras de contribuir la disminución de
problemáticas ambientales reconocidas de antaño,
pero desafortunadamente al lado de este
reconocimiento de la necesidad del cuidado
planetario va creciendo también el deseo por el
crecimiento económico de los países, sacrificando
incluso los recursos naturales, cayendo en la
desconstrucción de la racionalidad del saber
ambiental para reemplazarlo por la productividad.
Una variedad de autores latinoamericanos ha
reflexionado sobre la importancia del medio
ambiente y el desarrollo sostenible frente al
desarrollo económico que exige el contexto de la
globalización, en Brasil, Freire (1967), “la
educación como práctica de libertad”; Boff (2006),
“ecología: grito de la tierra, grito de los pobres”; De
Castro (1965) “ensayos sobre el subdesarrollo”. En
Argentina, Gallopín (2004), “la sostenibilidad
ambiental del desarrollo en Argentina: tres futuros”;
Speranza (2006), Ecología profunda y
autorrealización. Introducción a la filosofía
ecológica de Arne Naess”. En México, Leff (1986),
“¿qué ética queremos para el desarrollo
sustentable?”; De Alba (1997), “evaluación de
programas de educación ambiental. Experiencias en
América Latina y el Caribe”. En Chile, Rozzi
(2007), “desde las ciencias ecológicas hacia la ética
ambiental”; Max (2014), “La economía
desenmascarada: del poder y la codicia a la
compasión y el bien común”. En Colombia,
Noguera (2002), “Emergencias de un pensamiento
ambiental en clave del reencantamiento del
mundo”; Tréllez (1995), “Formación Ambiental
participativa. Una propuesta para América Latina”,
entre otros.
De igual manera, diversos investigadores han
concluido en sus trabajos, el aumento de la crisis
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ambiental derivada no solo por causas naturales,
también en gran medida por causas antrópicas
resultando de manera incoherente la existencia del
saber ambiental frente a las prácticas reales en la
vida cotidiana reflejados en los comportamiento o
hábitos. Por tanto, reconocen la necesidad de actuar
sobre el medio ambiente para resolver o disminuir
la problemática. Como lo afirma Navarro (2006)
recobra especial importancia el reconocimiento del
simple concepto de educación ambiental de ser
meramente informativa a lograr una visión integral
que incluya la sociedad y naturaleza, con el objeto
de conseguir un beneficio mutuo obedeciendo a
necesidades tangibles y sensatos de utilizar los
recursos y a la vez fomentar el desarrollo de una
cultura ambiental.
Así mismo, Márquez (2011) resalta la
necesidad que exista coherencia entre los que se
enseña y lo que ocurre en el entorno escolar y
familiar pues la distancia entre la retórica de la
educación ambiental y la práctica social en los
diversos ámbitos sociales impide mantener en los
jóvenes el deseo para cambiar su conducta y por
ende sus hábitos, la sustentabilidad debe ser una
realidad cotidiana y no solo el discurso camuflado
de contradicciones existentes en el sistema de
desarrollo económico de las regiones y los estilos de
vida reales.
El Principio Ecocéntrico
Según Leff (1998) el agotamiento de los
recursos naturales son problemas generados por las
formas sociales y los patrones tecnológicos de
explotación económica de la naturaleza, por lo tanto
para lograr un mundo más habitable se requiere
conocer otros métodos y modos éticos que
reconozcan la dignidad que comparten los seres
vivos, es así como el saber ambiental se convierte
en estrategia ética que establece normas de
convivencia más no de depredación de los recursos
ya que se mantienen las condiciones de dignidad,
que implica supervivencia bajo los postulados del
desarrollo sostenible.
Comprender el medio ambiente como un
sistema del cual el ser humano forma parte activa y
esencial es indispensable para pasar de la
perspectiva antropocéntrica hacia la ecocéntrica,
por ende, las relaciones con la naturaleza fluirían
armónicamente bajo la interdependencia de la
supervivencia con los recursos naturales que ella
provee. Este cambio de pensamiento facilita la
relación con la naturaleza mediante un acuerdo
implícito que equilibra el uso de los recursos bajo
los principios del desarrollo sostenible. (Castillo,
2017)
Entonces el saber ambiental es una postura
epistémica que lleva implícito un compromiso ético,
articulación económica y un planteamiento político
coherente regulado mediante normas que
coadyuven a la praxis en las estructuras sociales
humanizadas (Finol, 2019). Por tanto, las prácticas
culturales, sociales, políticas y económicas deben
fundamentarse siempre en la necesidad de conservar
y mantener condiciones justas de vida, aunque sin
olvidar que los contextos de las regiones juegan un
papel importante a la hora de implementar dichas
prácticas teniendo en cuenta que las costumbres o
tradiciones que desde antaño se practican
influencian decisivamente ciertos comportamientos
ambientales.
La Relación Sujeto/Objeto
Resulta indispensable asumir que somos
protagonistas del medio al que pertenecemos y los
seres vivos formamos parte de una realidad donde
mantenemos relaciones permanentes con el hábitat
que nos rodea, aunque en medio de la diferencia que
nos caracteriza se aborda la realidad de diversas
formas. Y esas formas de relación con el mundo que
nos rodea se visualiza en concordancia con las
preconcepciones que individualmente se tienen
frente a la vida (Finol, 2019). Sin embargo, se
puede pensar en la transformación de la conciencia
individual mediante la cual los seres humanos
comprendan la necesidad de mejorar
comportamientos que se han implementado tras
generaciones en aras de contribuir a la atenuación de
los impactos ambientales que se puedan estar
originando debido a hábitos negativos enseñados
por tradición, tales como la generación excesiva de
residuos o la compra innecesaria de artículos de un
solo uso, entre otros.
El ser humano transforma la naturaleza según
sus necesidades, a medida que éstas van surgiendo,
continúa el cambio constantemente, para lograrlo el
sujeto necesita conocer la estructura esencial del
objeto y las conexiones que lo mantienen unido a él,
por tanto, la actividad cognoscente del sujeto que
permite la transformación mantiene una unión
íntima con el objeto cambiante permanentemente
(Rendueles, 2007). La relación sujeto-objeto,
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cimentada en la dialéctica sociedad/naturaleza está
presente en el debate moderno desde diversas
perspectivas o expresiones tecnológicas, científicas,
culturales, epistemológicas, buscando encontrar
alternativas para la racionalidad ambiental, pues así
podría lograrse el verdadero desarrollo sostenible
(Leff, 2006).
La Complejidad Ambiental
Se hace necesario comprender la realidad
desde la visión de la complejidad del mundo dando
cabida a diversas posturas epistémicas, que se
traduce desde diversos lenguajes validando la
capacidad racional como un modo válido para ver la
realidad desde diversos ángulos según los contextos
de los seres vivos (Finol, 2019). A partir de este
reconocimiento se pueden abrir las puertas del
conocimiento para trascender a la práctica ante la
necesidad de mantener los recursos que
precisamente forman parte vital del ser humano.
La complejidad ambiental emerge de lo real
y simbólico en una relación de significación y
conocimiento mediante el cual se codifica la
realidad, recreando al mismo tiempo los sentidos del
mundo permitiendo establecer un horizonte infinito
entre el mundo terrenal y celestial, sin embargo, no
se reduce a una simple dialéctica entre lo material y
lo ideal, va más allá pues forma parte de las ciencias
de la complejidad fenoménica reflexionada desde el
conocimiento de la realidad (Leff, 2006).
Precisamente desde el entendimiento de lo
ambiental desde la complejidad del mundo
posibilita el reconocimiento del desarrollo
sostenible como esencia de la supervivencia de las
generaciones presentes y futuras.
La crisis planetaria ambiental permite
cuestionar el proyecto epistemológico que busca la
homogeneidad mediante la idea de la razón
dominante, buscando el futuro común, se replantea
entonces la pregunta sobre la naturaleza de la
naturaleza y la existencia del ser en el mundo,
estableciendo límites entre el poder y el saber. La
complejidad ambiental es una puerta de partida
hacia la naturaleza del ser, del saber y conocer, que
igualmente involucra valores e intereses a la hora de
tomar decisiones frente al uso de recursos para la
sobrevivencia de la humanidad (Leff, 2002).
La interpretación de la realidad desde las
dinámicas de los sistemas ambientales reflejan un
cambio que facilita el entendimiento de los
desequilibrios ambientales surgidos de la
interacción entre la sociedad y la naturaleza hacia la
búsqueda de soluciones para enfrentar los
problemas surgidos, debe verse desde una
perspectiva integradora que contribuya al desarrollo
de un pensamiento que relacione el todo con las
partes para lograr la comprensión de los fenómenos
reales y cotidianos que afectan a los seres vivos
(Arana, 2007).
La Racionalidad
A partir de la racionalidad lógica discursiva se
toma la realidad, asumiendo la sensibilidad del
mundo para lograr la comprensión del medio
ambiente, permitiendo que la ética y la estética sean
características o sellos que impregnen la realidad
humana (Finol, 2019). Y para lograr trascender lo
teórico y práctico de la dialéctica ecologizada de la
naturaleza, entendiendo las relaciones entre
ecología, cultura y producción se convierte en
requisito indispensable la racionalidad ambiental,
solo así se logra la construcción de sociedades
sustentables, justas y por ende equitativas dentro del
contexto global (Leff, 1986). Esa realidad debe ir
más allá del discurso o proceso cognitivo pues la
trascendencia es necesaria para lograr una
racionalidad coherente con la praxis y que se pueda
evidenciar en los comportamientos cotidianos que
realizan los seres humanos en su contacto
permanente con el ambiente.
La racionalidad debe plantearse como un
ejercicio continuo porque existen límites prácticos
frente a la razón humana, esa practicidad conlleva
maximizar la crítica, por tanto, se considera el
debate crítico hacia la eliminación de errores hacia
un racionalismo que no justifica pues quien pretenda
el conocimiento debe demostrar que es verdadero a
al menos probable (Maceri, 2019). Entonces no es
posible considerar que se posee el saber ambiental
si éste reposa si trascender a lo real y se evidencia
en el comportamiento cotidiano.
La Interdisciplinariedad
Para lograr abordar la complejidad de la
realidad, vista más allá de una simple forma de
verla, para aprehenderla desde las manifestaciones
fenoménicas del ser, como lo plantea Levinas
(2001) se puede llegar a trascender la necesidad de
conocer por la capacidad de co-vivir de forma justa,
por tanto lograr la comprensión de la naturaleza
desde sus diversas manifestaciones permitirá ser
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consciente del cuidado y protección de los recursos,
pues todos forman parte de un sistema dependiente
del cual todos necesitamos para subsistir.
La colaboración desde varios campos de
conocimiento que comprendan saberes y disciplinas
interconectan el saber con actores sociales que
puedan direccionar hacia posibilidades que aborden
realidades y sus fenómenos dentro de la educación
ambiental logrando una verdadera
interdisciplinariedad que complemente el
conocimiento y pasando a la práctica coherente de
los saberes (Leff, 2002).
La interdisciplinariedad permite tender
puentes conceptuales y síntesis fundamentadas en
una disciplina que interactúa desde varias áreas
como metáforas útiles que conforman un ecosistema
al cual pertenecen diversas especies y pluralidad de
actividades interrelacionadas dentro de marcos
accesibles a la cooperación mutua (Gasper, 2012).
Desde esta visión se puede asumir la educación
ambiental para el desarrollo sostenible desde la
interdisciplinariedad conceptual que contempla
cada contexto desde las individualidades para
construir un todo que lleva a la utilización de
recursos naturales para la supervivencia actual y de
las generaciones futuras.
La Transdisciplinariedad
El saber ambiental debe estar coordinado de
manera constante y permanente con las diferentes
disciplinas del saber, (Finol, 2018) y debe ir más allá
de la parte cognitiva, logrando la implementación de
dichos saberes en la vida práctica y cotidiana,
poniendo en marcha el reconocimiento de la vida
unida al planeta del cual formamos parte esencial y
del cual se mantiene una relación de codependencia
permanente, conllevando un principio ético del cual
se originan los modos de vida.
Los enfoques transdisciplinarios van más allá
de las simples disciplinas, utilizan además la teoría
de la complejidad para intentar la comprensión de
los múltiples niveles que existen de la realidad.
Existen porque no hay problemas únicos, por
ejemplo, en el campo social o económico,
simplemente son problemas que están en constante
conexión desde diversos campos por lo tanto no se
habla de un formalismo unificado (Gasper, 2012).
La lógica impide en algunos casos la
comprensión racional de los fenómenos en términos
macrosociales contribuyendo a la destrucción de la
sustentabilidad de la vida, la biodiversidad es fuente
de riqueza por lo tanto deben mantenerse
condiciones razonables para extraer los recursos y
de esta forma se podrá garantizar la sustentabilidad
(Leff, 2011), bajo el reconocimiento de la naturaleza
como sistema complejo que requiere la
transdisciplinariedad para entenderlo como un todo
interconectado del cual depende la existencia de la
humanidad.
La Interpretación Ambiental
Ahora bien, la realidad reconocida como
distintos sistemas interrelacionados de manera
permanente que construye una superestructura
facilita llegar a comprender que el ambiente natural
se presenta de diversas maneras pero todas ellas
relacionas entre por formar parte de un sistema
(Finol, 2018), es así como estamos en un constante
devenir que perdurara en el tiempo de manera
infinita por tanto es responsabilidad de la
humanidad mantener las condiciones que permitan
la calidad de vida y sustentabilidad enmarcado en
los principios del desarrollo sostenible, para no
sacrificar la supervivencia por la economía, sino que
se sostenga con el devenir de las generaciones la
vida de los seres vivos y por tanto la vida de la
humanidad, en todas las generaciones.
La interpretación ambiental permite
considerar estrategias que logren la comprensión del
saber ambiental de manera eficiente y coherente,
permite la conservación de los recursos naturales y
al mismo tiempo garantiza una vida digna para el ser
humano (Leff, 2011). Las necesidades éticas
mediante la interpretación del saber se traducen en
prácticas políticas cuando se respetan los espacios
dialógicos de los contextos que caracterizas formas
de vida disímiles, por lo tanto, el pensamiento ético
sostiene que la existencia debe ir de la mano con la
necesidad de la coexistencia justa con el planeta que
nos provee de los recursos indispensables para la
supervivencia (Lévinas, 2001).
Por ende, cuando hablamos de saber
ambiental, éste debe ir de la mano con la praxis y
reflejado en los comportamientos reales de quienes
lo poseen, pues solo así puede afirmarse que el
proceso de aprendizaje se ha realizado
correctamente ya que de nada sirve el conocimiento
si no lo aplico, estaríamos entonces estancados en la
mera teoría que finalmente no refleja más que un
simple proceso mental memorístico o repetitivo
pero que no logra trascender por tanto no sería útil
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para el crecimiento personal ni para el medio
ambiente al cual pertenecemos.
Conclusiones
La educación ambiental es una herramienta
útil y esencial para preservar nuestro planeta, pero
no basta con desarrollar el proceso cognitivo, éste
debe ir más allá y evidenciarse a través de los
comportamientos cotidianos de los seres humanos,
solo así se logrará trascender hacia el desarrollo
sostenible y por tanto garantizar la supervivencia de
la humanidad. Por tanto, el saber ambiental debe
orientarse al reconocimiento del mundo desde la
ética individual, desde valores sociales, económicos
y políticos que realmente busquen el cuidado de los
recursos que nos provee la naturaleza, valorando la
relación sujeto-objeto desde las interrelaciones con
el medio ambiente e incluso cuestionando
permanentemente la postura epistémica para evitar
la degradación ambiental.
Los principios epistémicos que caracterizan el
saber ambiental, el principio ecocéntrico, la relación
sujeto-objeto, la complejidad ambiental, la
racionalidad, la interdisciplinariedad, la
transdisciplinariedad y la interpretación ambiental,
están interrelacionados entre sí y facilitan el análisis
crítico de los problemas ambientales vistos desde la
ética y la dignidad del ser humano, así mismo,
aportan significativamente a la reflexión de la
utilización racional de los recursos para lograr el
desarrollo sostenible.
La epistemología ambiental promueve la
comprensión pertinente de la realidad abordando la
complejidad ambiental desde diversos contextos
interculturales que facilitan la interacción del
objeto-sujeto en sus múltiples relaciones con los
ecosistemas naturales que forman parte del medio
ambiente. La implementación de estrategias
sustentables que garanticen el equilibrio frente a la
utilización de los recursos naturales permite
mantener condiciones humanas, dignas y justas,
fundamentadas en la equidad (Leff, 2011) y
garantizando la calidad de vida para los seres
humanos, por tanto, resulta indispensable que
desaparezcan las incoherencias entre el saber y la
praxis ambiental para lograr un verdadero desarrollo
sostenible.
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